Historia parroquial
Los orígenes
La parroquia de San Félix fue erigida en el año 1945, para ofrecer asistencia religiosa a los barrios formados alrededor de la zona obrera entre el Parque de la Ciudadela y la Ribereta, el Poblenou y el mar, incluyendo el barrio del Somorrostro, que estaba en la playa, delante de lo que hoy es el Hospital del Mar. En su origen se creó la parroquia de San Félix con la tenencia de San Juan de Dios.
En el boletín número 7 del Arzobispado de Barcelona, página 296, de 1 de julio de 1946, se define la primera demarcación parroquial de San Félix. El texto dice así:
«Parroquia de San Félix, Africano
Clasificada de Término de segunda clase, con 6.947 feligreses, y servida por un Párroco y dos Coadjutores. Tendrá los siguientes límites segregados de las Parroquias de San Pedro de las Puellas, Santa María del Taulat, San Francisco de Asís, Nuestra Señora del Rosario, San Miguel del Puerto y Santa María del Mar».
El primer rector
Mosén Josep Monsó
1945-1955
Procedente de la parroquia de Santa María del Mar, era un hombre culto y educado, que emprendió la tarea con gran ilusión, pese a su edad avanzada. Un vicario, mosén Antoni, le ayudaba en la Tenencia de San Juan de Dios.
La feligresía de la parroquia vino de los barrios de la Ribereta y el Born. San Félix también se ocupaba del Hospital de Mar (entonces llamado Hospital de Infecciosos).
La parroquia se convirtió en un punto de encuentro y reconciliación durante la postguerra, cuando todavía existían tensiones. Era un «barrio rojo», el 90 % eran miembros de la CNT y un 10 % de la UGT. En la calle Wellington se habían levantado barricadas. Por otra parte, había una importante presencia de los militares, en las casernas de la Ciudadela, y sus familias. En el año 1936 fueron los únicos que no se sublevaron. La parroquia contribuyó a la convivencia entre ambos sectores sociales.
Cohesión social
El fútbol fue un motivo de unión: se formaron equipos deportivos y se logró que hijos de nacionales y republicanos trabaran amistad jugando en el mismo equipo.
Además de la actividad litúrgica, en la parroquia se inició la adoración nocturna y un grupo de mujeres de Acción Católica. Los domingos se proyectaba cine para los niños y se impartía catequesis en los locales del instituto Jacint Verdaguer, en el parque. En esa época se llevó a cabo una intensa labor social y pastoral en el Somorrostro: escuela para los niños, catequesis, un dispensario médico y reparto de comida y ropa.
La parroquia arrancó con mucho entusiasmo y vitalidad, siendo un punto de encuentro y cohesión entre los vecinos del barrio.
Mosén Josep Monsó murió en 1955 y lo sucedió mosén Lluís Brossa.
Carisma entusiasta
1955-1962
Mosén Lluís Brossa era un hombre carismático y cordial, que en seguida conectó con el barrio. Tomaba café en los bares con los vecinos y dialogaba con los jóvenes. Visitaba a los enfermos, a domicilio y en el Hospital de Mar. En su época se iniciaron los homenajes a la gente mayor, en el asilo anexo a las dependencias parroquiales. Los jóvenes apadrinaban a los abuelos, celebrando sus aniversarios y un festival anual en el que participaba toda la comunidad.
La parroquia vivió una vorágine de actividades: Mn. Brossa organizaba charlas para los jóvenes, montó una cooperativa para los vecinos y acarició el sueño de construir una parroquia nueva en el solar entre la calle Wellington y Pujades. El mismo ayuntamiento destinó un espacio para el nuevo templo, pero finalmente el proyecto se echó atrás y se construyeron pisos para los funcionarios públicos. Decepcionado, Mn. Brosa fue trasladado a otra parroquia en el Congrés, donde pudo desplegar todo su carisma.
La comunidad lo echó de menos. Marchó en el año de la gran nevada: 1962.
Mosén Mariné
1962 – 1992
Mosén Mariné era un sacerdote joven recién llegado a Barcelona. A su llegada a la parroquia se encontró con un gran vacío: la comunidad añoraba a su anterior rector y se dejaron de hacer diversas actividades; algunos colaboradores dejaron de venir, pero llegaron otros nuevos, entre ellos un grupo de militares y la Unión Seglar, una asociación de laicos de perfil tradicionalista y conservador. Mosén Mariné se preocupó por los jóvenes: organizaba sesiones de cine, baile con música de discos, excursiones y los primeros Juegos Florales en catalán, que se organizaron en Barcelona después de la postguerra y tuvieron un gran eco (els Jocs Flocants). Era un hombre abierto, de talante bondadoso, que escuchaba y acogía a todos.
Mosén Mariné tuvo la habilidad de encontrar muy buenos mecenas: trabó amistad con empresarios y personajes importantes de la ciudad que le apoyaron en sus iniciativas. Al mismo tiempo, conectó con las familias gitanas del Somorrostro; los gitanos lo adoraban y venían a la parroquia a recibir los sacramentos, incluso cuando los trasladaron a Badalona a partir del año 1966.
Nuevo templo
La gran obra de la época de Mosén Mariné fue el nuevo templo parroquial (el actual). Se compró el edificio de la antigua perrera municipal, con sus dependencias anexas, y se habilitó como templo y salas parroquiales. En buena parte se pudo hacer gracias a las contribuciones de los feligreses, además de las empresas y mecenas que ayudaban al rector. El nuevo templo se inauguró en el año 1986.
Más adelante, y animado por los grupos de militares que frecuentaban la parroquia, Mosén Mariné concibió la idea de reformar el recinto parroquial y construir un complejo de nueva planta: con la iglesia y una escuela privada, con becas para personas sin recursos. Este fue otro proyecto que no se llevó adelante, pues el arzobispado no lo vio conveniente.
Poco comprendido
1962 – 1992
Mosén Mariné estuvo en San Félix hasta su jubilación a los 75 años. Conservaba la fuerza y el carisma. Quizás uno de los aspectos menos comprendidos de su carrera fue ese salto de cura abierto y progresista a conservador, amigo de los militares y defensor de las misas en latín. Es posible que haya más de una causa, y que todo ello responda a la complejidad de la comunidad parroquial que tuvo que gestionar. El hecho es que la misa en latín (entre las muchas otras que celebraba, en castellano y en catalán), era muy concurrida y se convirtió en un lugar de destino de muchos grupos que añoraban las celebraciones de otras épocas.
Todos los que lo conocieron coinciden en señalar que era una gran persona y muy afectuoso. Quizás ha sido uno de estos sacerdotes, entregados y polémicos, que nunca ha llegado a ser del todo comprendido.
Mosén Joan Torrents
1992-1997
La gran obra de la época de Mosén Mariné fue el nuevo templo parroquial (el actual). Se compró el edificio de la antigua perrera municipal, con sus dependencias anexas, y se habilitó como templo y salas parroquiales. En buena parte se pudo hacer gracias a las contribuciones de los feligreses, además de las empresas y mecenas que ayudaban al rector. El nuevo templo se inauguró en el año 1986.
Más adelante, y animado por los grupos de militares que frecuentaban la parroquia, Mosén Mariné concibió la idea de reformar el recinto parroquial y construir un complejo de nueva planta: con la iglesia y una escuela privada, con becas para personas sin recursos. Este fue otro proyecto que no se llevó adelante, pues el arzobispado no lo vio conveniente.
Mosén Joan Barrio
1997-2010
Mosén Mariné estuvo en San Félix hasta su jubilación a los 75 años. Conservaba la fuerza y el carisma. Quizás uno de los aspectos menos comprendidos de su carrera fue ese salto de cura abierto y progresista a conservador, amigo de los militares y defensor de las misas en latín. Es posible que haya más de una causa, y que todo ello responda a la complejidad de la comunidad parroquial que tuvo que gestionar. El hecho es que la misa en latín (entre las muchas otras que celebraba, en castellano y en catalán), era muy concurrida y se convirtió en un lugar de destino de muchos grupos que añoraban las celebraciones de otras épocas.
Todos los que lo conocieron coinciden en señalar que era una gran persona y muy afectuoso. Quizás ha sido uno de estos sacerdotes, entregados y polémicos, que nunca ha llegado a ser del todo comprendido.
Mn. Joaquín Iglesias
2010-actualidad
La gran obra de la época de Mosén Mariné fue el nuevo templo parroquial (el actual). Se compró el edificio de la antigua perrera municipal, con sus dependencias anexas, y se habilitó como templo y salas parroquiales. En buena parte se pudo hacer gracias a las contribuciones de los feligreses, además de las empresas y mecenas que ayudaban al rector. El nuevo templo se inauguró en el año 1986.
Más adelante, y animado por los grupos de militares que frecuentaban la parroquia, Mosén Mariné concibió la idea de reformar el recinto parroquial y construir un complejo de nueva planta: con la iglesia y una escuela privada, con becas para personas sin recursos. Este fue otro proyecto que no se llevó adelante, pues el arzobispado no lo vio conveniente.